viernes, 30 de diciembre de 2011

Ser Justos (La Virtud de la Justicia)

Querido (a) lector (a), en esta ocasión quisiera proponerte la práctica de una virtud más: la justicia. Conviene que desde el principio tengas claro que la justicia es la virtud cardinal que permite una convivencia recta y limpia entre los hombres. Sin esta virtud, la convivencia se torna, hasta cierto punto, imposible. Sin justicia, la sociedad, la familia, el lugar de trabajo o la universidad dejan de ser humanos y se convierten en lugares donde el hombre atropella al hombre, donde “el hombre es un lobo para el hombre”.

La justicia regula la convivencia de la sociedad humana en cuanto humana, es decir, busca el respeto de los derechos personales; tal como lo afirmaba el Beato Juan Pablo II: «es principio fundamental de la existencia y de la coexistencia de los hombres, como también de las comunidades humanas, de las sociedades y de los pueblos» (Audiencia General, 8-11-1978).

Un aspecto de esta virtud atañe a las relaciones con el vecino, con el compañero, con el amigo, con el colega y, en general, con toda persona: la justicia regula las relaciones de los hombres entre sí, dando a cada uno lo que le es debido. Otra faceta de la justicia se refiere a los deberes de la sociedad en relación a lo que a cada individuo le corresponde. Por último, existe otro plano de la justicia, que regula aquello que cada individuo concreto debe a la comunidad a la que pertenece, al todo del que forma parte.
Estimado estudiante, si de verdad deseas que la justicia impere en una sociedad -ya se trate de una aldea o de la nación-, esfuérzate por hacer justos a los hombres que la componen. Comienza contigo mismo, practicando la justicia en este triple plano: con quienes te relacionas día a día, con quienes dependen de ti y dando lo que debes a la sociedad de la que formas parte.

Si quieres hacer algo noble y bueno, busca precisamente trabajar, con responsabilidad personal, por una sociedad más justa, recta y limpia. Desde tu vida de estudiante universitario intenta practicar esta virtud siempre y en todo momento, eliminando el engaño, la corrupción y la mentira. Recuerda lo siguiente: «hacerle justicia a un hombre es reconocer la presencia de Dios en él» (P. RODRIGUEZ, Fe y vida de fe, EUNSA, Pamplona 1974, p. 217).

Por: Lester Puac.

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